sábado, 26 de abril de 2008

La Deriva por Santiago de Nueva Extremadura


El encierro como respuesta a la ciudad

Concepto: Aislarse- encerrarse

Una constante del recorrido es la necesidad de la gente por protegerse del exterior, visto desde los metros cuadrados privados de su casa. Existe un afán por delimitar y sobre todo, por protegerse de la calle, de encerrarse bajo rejas, portones, sistemas de alarma y alambres de púa buscando seguridad y privacidad, convirtiendo el exterior en tierra de nadie. Podemos asociar esta tendencia al creciente miedo a actos delictuales (o por lo menos eso nos vende el medio periodístico masivo). Paradójicamente la ciudad como conjunto se compone de pequeños espacios privados, cada uno con su propio mundo, cada uno de estos mundos queriendo protegerse de los demás. Entonces vemos que en nuestra deriva urbana las trincheras están por doquier, connotando la peligrosidad de los barrios, o el miedo patente de los moradores a robos, quienes también dan un mensaje claro: estamos bien resguardados.

Esta señal de cómo la gente o las familias se ensimisman, comprueban la perdida del barrio como conjunto colectivo y ente social, confirmando una individualidad en el afrontar problemas comunes como la delincuencia, encerrándose y velando por el bienestar dentro del territorio familiar.

La protección del lugar físico no solo se vio en casas particulares, sino en sitios eriazos, fábricas, edificios. Todo lo concerniente al lo privado, en incluso lo público, como las plazas, se llenan de rejas, de barreras físicas que impiden el paso.

Las rejas son como las defensas, los anticuerpos de la ciudad. Es una sobre-prohibición del paso que llega a tornarse agresiva. En la calle circula lo malo, lo ajeno, aquello de lo que hay que protegerse. La calle ya no es mas el amigo en el que creces.

Fotos de la Instalación: Foto 1 Foto 2 Foto 3 Foto 4 Foto 5 Foto 6



Por supuesto el video se reformulará de acuerdo a las acotaciones sugeridas y percibidas en la instalación.

viernes, 25 de abril de 2008

pseudoBitácora de lo deambulado


La travesía comenzó en el metro departamental, donde comenzamos a caminar pasadas las 10 AM hacia el poniente. Era un barrio tranquilo y con mucha vegetación y jardines, calles amplias sin mucho trafico, calles típicas de San Miguel. Al cruzar la autopista central pasamos a la comuna de Pedro Aguirre Cerda donde el paisaje se tornaba hacia lo descuidado, a tal punto que vimos un gigante de cemento abandonado, era como un hospital a medio construir. A su lado un peladero clásico, con basura y animales muertos. Las casas sobre protegidas con rejas y protecciones, en algunas se notaba procuración por lo estético, en otras nada. Las calles estaban limpias, salvo los sitios baldíos y las veredas de tierra al lado de terrenos privados. Llegando a la Av. Carlos Valdovinos en el límite con la comuna de Santiago, el olor a putrefacción era insoportable a medida que nos acercábamos a la línea del tren, por donde caminamos un trecho para luego bajar por la misma avenida para buscar nuevas calles. En la comuna de Santiago nos encontramos con las típicas casas de barrio tradicional y almacenes, donde compramos unas empanadas y refrescos, porque ya a media mañana había hambre. Llegamos por atrás del club hípico y luego entramos al parque O`higgins caminando hacia el norte paralelo a la línea 2 del metro donde la densidad universitaria se hacia sentir. En los Héroes, pasamos por el Monumento a las mujeres desaparecidas y continuamos hacia el norte por el barrio Brasil, lo que es una mezcla de centro y barrio con calles pequeñas y muchos autos. En el Parque de los reyes descansamos mirando las acrobacias de los skaters en su pista, eran las 2 PM y seguimos en dirección poniente por el parque hasta encontrar algún cruce que nos permitiera atravesar el Mapocho y la Autopista costanera. Superado esto logramos cruzar mucho más allá de lo presupuestado por un paso sobre nivel que nos dejo en una feria que comenzaba a desarmarse, era el limite entre Quinta Normal y Renca. En Renca el entorno era feo, similar a Pedro Aguirre Cerda, un aspecto llamativo de esta era que las calles no tenían señaletica o nombres para ubicarse, la clásica cancha de tierra de barrio se guardaba para el fin de semana y en vez de autos había camiones estacionados. Mágicamente entramos a un barrio bastante bien conservado similar a San Miguel, con jardines y casas bien cuidadas, que duró hasta llegar a Av. Vivaceta. Ahí descansamos unos minutos fuera del hipódromo para seguir luego en dirección oriente. En independencia pasamos por la plaza Chacabuco y el estadio Santa Laura que se cae a pedazos, la verdad es que es un sector parecido a la comuna de Santiago, con la misma tipología de barrios, solo que con más basura en la calle y aceras mas descuidadas. Llamó mucho la atención la cantidad de edificios que se construyen en el sector. Avanzando hacia el oriente por Av. México (a pedido de Belén) todo el rato seguimos por la comuna de Recoleta hasta la calle el Salto, donde comenzamos a sentir y divisar las calles en subida. Eran ya las 5 PM y nos comenzamos a sumergir en aquel barrio con aires de Valparaíso, en donde las casas denotaban alguna toma en el pasado cercano, todas distintas con los mas diversos materiales, calles irregulares sin planeación alguna y paredes con murales alusivos a Colo colo y algún conflicto interno de la población. Subimos a lo mas alto, donde comenzaba el cerro san Cristóbal, donde la gente improvisó un mirador-plaza hacia el norte de la ciudad, en el los niños jugaban en los columpios y demases y la gente compartía luego de la jornada laboral. Hacia las 6 bajamos a tomar el micro que nos dejo en Av. Vivaceta, donde tomamos una nueva locomoción hacia el barrio de Mapocho, pasando a pie por La estación Mapocho, la piscina de la Universidad de Chile y el mercado central. Culminamos el día a las 7 PM comiéndonos una promoción de 2 italianos + bebida en el portal Fernández Concha, con harto ají.

domingo, 13 de abril de 2008

Paper II


Queremos ser país y somos apenas paisaje
Nicanor Parra
En relación a esta frase se articuló un discurso que situó a nuestro país –como tal- en función de su obra arquitectónica, principalmente en hitos que sobresalieran regionalmente como muestra de de la construcción misma del territorio chileno. Como sabemos en algunas zonas no existe vestigio cultural identitario más que el paisaje. Me parece pretensioso por parte de la arquitectura auto asumirse como barómetro de la identidad y el desarrollo y desmerecer las bellezas naturales como parte de un país, que efectivamente es, y por meritos propios. Si bien las obras arquitectónicas contribuyen y a la vez son parte de la generación de sentido a través de las generaciones, no podemos pretender en un país en vías de desarrollo, obras -exceptuando monumentos- que nos representen, formen y confirmen nuestra identidad, al contrario, son estas quienes se deben proyectar complementando nuestra idiosincrasia.

Cuando los encargados de hacerlo miran más a la vanguardia que dentro del país y formalmente se proyectan cuadrados dentro de rectángulos, cuando en verdad somos una irregular faja de tierra, se impone lo regular dentro de lo irregular, ¿se impone el país en el paisaje?

Al respecto, Andreas Gursky cita a Roland Barthes:
Ir a lo central significa halar la verdad social. Lo central no esta en las obras insignes, sino en la cotidianeidad de lo urbano, en lo anónimamente normal y casual. Gursky en sus fotografías contempla la realidad desde una mirada casi divina, criteriosamente riguroso en cada tema, habla del hombre actual, observa y describe hasta el ultimo detalle; multitudes, grandes espacios, la incursión de la arquitectura en la naturaleza y así da una imagen de la sociedad en que vivimos. En Gursky la arquitectura solo es el medio para descubrirnos como seres urbanos.

La arquitectura debiera proyectar y construir espacios habitables, en función, por tanto, de la cultura, para nuestra identidad y proyecto país y no crear cultura a partir de las, a menudo, obras individualistas de los arquitectos.